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The Lady and the Reaper

24 febrero, 2010

La Dama y la Muerte es un cortometraje de animación español, ganador de un Goya y nominado al Oscar al mejor corto, que a nadie dejará indiferente. Cuando lo vi por primera vez no pude evitar que una sincera sonrisa me invadiera durante los 8 minutos que resta la proyección.

Haciendo gala de un humor sencillo y divertido, los guionistas consiguen transmitir mediante la obra una crítica bastante acertada sobre un tema que debiera preocuparnos mucho más de lo que actualmente nos preocupa. Máxime a todo aquel que se tenga una relación estrecha con el mundo sanitario. Y es que tanto el conocido encarnizamiento terapéutico como la falta de la autonomía del paciente se ven demasiado a menudo en hospitales de cualquier rincón del planeta, con más énfasis si cabe cuanto más grande y capaz es el centro en cuestión.

A veces ocurre que los profesionales de la salud consideran (consideramos) que la muerte es un fracaso –nunca más lejos de la realidad–, y en más de una ocasión no queremos aceptar con naturalidad que el proceso de la vida culmina, por suerte o por desgracia, con la muerte. Pero ojo, que no sólo los sanitarios se empecinan en dilatar agonías ajenas cuando todo el pescado está vendido, sino que muchas veces son los propios familiares de los enfermos terminales los que exigen la aplicación de procedimientos terapéuticos «divinos» –en muchos casos cruentos– para rescatar de las garras del segador a sus seres queridos. ¿De quién es la culpa? Quizá la Medicina peca un poco de tener complejo de «primo de Zumosol» en el sentido de que nos hemos acostumbrado a que el médico y el medicamento todo lo curan, y cuando algo va mal es que no se ha hecho todo lo que se podía hacer.

El enfermo agónico, el paciente terminal, o en definitiva todo aquel que no deseare prolongar su vida artificialmente más allá de lo que el curso natural de su trayectoria vital así le dictamine, está en su derecho a abandonar «el reino de los vivos» con todo el honor, respeto, cariño y compasión que una persona se merece, siendo la mejor medicina en dichos casos la cálida compañía a pie de cama de los suyos.

Disfrutad del corto, apuesto a que imprimirá una sonrisa en vuestras caras. 😉


Para saber más / Referencias…


2 comentarios leave one →
  1. 24 febrero, 2010 23:16

    Es realmente bueno!!! Pero la verdad es que sí que da que pensar. La Medicina está cambiando mucho en estos últimos años, muchísimo. Nos llegan cosas sorprendentes, avances inimaginables hace nada, pero todo eso tiene su contrapartida. Nos toca a todos empezar a poner una chispa de cordura y no dejarnos arrastrar por esta «Nueva Medicina» que parece pintar en unos tintes no siempre beneficiosos, ni para el médico, ni para el paciente. Quizás nos toque a nosotros (futuros profesionales de la salud de cara a un año, año y poco) comenzar a tener más poder educativo del que tienen los tristes tertulianos que invaden las horas de televisión, por ejemplo. Ya no me estoy refiriendo a la muerte, tema sobre el que se centra el corto, si no a la enfermedad en si misma. Para pacientes los colores, pero posiblemente el paciente exige barbaridades o estupideces cuando el médico u otro personal sanitario no le explica por qué lo que pide es una barbaridad o una estupidez, o porque el médico a conseguido que el paciente confíe más en su vecina que en él. Lo que quiero decir es que «nuevas tendencias» como la medicina defensiva o el encarnizamiento terapéutico nos las trabajamos con tesón y las ganamos a pulso día a día con nuestras decisiones cotidianas, tanto médicos como pacientes. Creo que la mayoría podemos estar de acuerdo en que éste no es un buen camino.

  2. 24 febrero, 2010 23:34

    Estoy contigo que la desinformación médica y la mal-información de los medios (tertulias de telebasura, promoción de las medicinas alternativas, uso de Internet sin valorar de dónde se saca la info, etc…) son elementos determinantes que dinamitan la relación entre médico y paciente. Ello, junto con la deshumanización de la Medicina que por desgracia se ve a diario en los hospitales, favorecen sin duda alguna que el paciente dude seriamente de la actitud del médico. ¡Y con razón!

    En fin… hay que espabilar.

    Un saludo Rubens.

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